Para
Mayer (2001) el concepto de INTELIGENCIA
EMOCIONAL (IE) se define como la habilidad de las personas para atender y
percibir los sentimientos de forma apropiada y precisa, la capacidad para
asimilarlos y comprenderlos de manera adecuada y la destreza para regular y
modificar nuestro estado de ánimo o el de los demás.
El
modelo de IE propuesto por Salovey y Mayer se centra, de forma exclusiva, en el
procesamiento emocional de la información y en el estudio de las capacidades
relacionadas con dicho procesamiento. Y viene a conectar dos ámbitos de
investigación como son los procesos cognitivos y afectivos que, hasta hace poco
tiempo se creían independientes e incluso opuestos. Esta unión de aparentes
opuestos redundaría en una mayor adaptación a nuestro entorno haciendo uso de
nuestras capacidades intelectuales así como de la información proporcionada por
nuestros estados afectivos.
Desde
el modelo de habilidad la IE implica cuatro grandes componentes:
Percepción y expresión emocional:
Representa
la habilidad para reconocer de forma consciente nuestras emociones identificar
qué sentimos y ser capaces de darle una etiqueta verbal. La percepción
emocional implicaría reconocer las emociones expresadas, tanto verbal como gestualmente,
en el rostro y cuerpo de las personas; incluso distinguir el valor o contenido
emocional de un evento o situación social.
Facilitación emocional:
Representa
la habilidad de hacer uso de las emociones a fin de facilitar diferentes
procesos cognitivos. Las emociones y los pensamientos se encuentran
interconectados y si sabemos utilizar las emociones al servicio del
pensamiento, nos ayudan a razonar de forma más inteligente y tomar mejores decisiones.
Comprensión emocional:
Representa
la habilidad para comprender la información emocional, la evolución de los
estados emocionales a través del tiempo y el significado de los mismos. Para
comprender los sentimientos de los demás debemos empezar por aprender a
comprendernos a nosotros mismos, cuáles son nuestras necesidades y deseos, qué
cosas, personas o situaciones nos causan determinados sentimientos, qué
pensamientos generan tales emociones, cómo nos afectan y qué consecuencias y
reacciones nos provocan.
Regulación emocional:
Representa
la habilidad de estar abierto a los sentimientos, modular los propios y los de
los demás así como promover la comprensión y el crecimiento personal, dirigir y
manejar las emociones tanto positivas como negativas de forma eficaz.
¿QUÉ ES MINDFULNESS? Mindfulness
es algo muy simple y familiar, algo que todos nosotros hemos experimentado en numerosas
ocasiones de nuestra vida cotidiana. Cuando somos conscientes de lo que estamos
haciendo, pensando o sintiendo, estamos practicando Mindfulness. Es una
capacidad humana universal y básica, que consiste en la posibilidad de ser
concientes de los contenidos de la mente momento a momento. El primer efecto de
su práctica es el desarrollo de la capacidad de concentración de la mente. El
aumento de la concentración trae consigo la serenidad. Y el cultivo de la
serenidad nos conduce a un aumento de la comprensión de la realidad (tanto
externa como interna) y nos aproxima a percibir la realidad tal y como es.
De
acuerdo a Brown K. W, Ryan R.R. (2004) “Puede ser considerada como atención
intensificada o un darse cuenta de la experiencia corriente o realidad
presente”. “Focalizar la atención de un modo particular: en un objeto, en el
momento presente y sin juzgar”. “Estado en el que el practicante es capaz de
mantener la atención centrada en un objeto por un periodo de tiempo
teóricamente ilimitado” Siempre plantea la búsqueda de vivir lo que acontece,
de centrarse en el momento presente de forma activa, una opción por vivir el
aquí y el ahora
El
Mindfulness tiene dos funciones complementarias: La primera es la de
informarnos que es lo que está sucediendo en el campo perceptual; nos informa
acerca de lo que está presente en nuestra mente (en el momento presente); la
segunda función es la de informarnos de qué es lo que debe estar presente en la
mente de acuerdo al contexto de la situación presente.
Actitudes
básicas de la práctica de Mindfulness:
No juzgar:
La
atención plena se cultiva asumiendo la postura de testigos imparciales de
nuestra propia experiencia. Siendo conscientes del constante flujo de juicios y
de reacciones a experiencias tanto internas como externas para así poder salir
de ellas. Es importante en la práctica darse cuenta de esta capacidad
enjuiciadora y limitarse a observar el ir y venir de pensamiento y juicios, no
hay que actuar sobre ellos, ni bloquearlos, ni aferrarse, simplemente se
observan y se dejan ir.
Paciencia:
La
paciencia demuestra que comprendemos y aceptamos el hecho de que, a veces, las
cosas se tengan que desplegar cuando les toca. Permitir que las cosas sucedan a
su debido tiempo.
Mente de principiante:
Para
ver la riqueza del momento presente, el Mindfulness enseña a promoverla a
través de lo que se viene denominando “mente de principiante”, que es la
actitud mental de estar dispuesto a ver las cosas como si fuera la primera vez
y mantenerse abierto a nuevas potencialidades.
Confianza:
El
desarrollo de una confianza básica en uno mismo y en sus sentimientos
constituye parte integrante del entrenamiento en Mindfulness. Se recomienda
confiar en la intuición y en la propia autoridad, aunque se puedan cometer
algunos “errores” en el momento, es preferible que buscar siempre guía en el
exterior.
No esforzarse:
En
el momento en que se utiliza el Mindfulness como un objetivo o como un medio
para algo, se está dejando de meditar, por paradójico que parezca meditar es el
no hacer, por eso cualquier esfuerzo por conseguir que la meditación tenga una
finalidad no es más que un pensamiento más que está entorpeciendo la atención
plena.
La aceptación:
La
aceptación significa ver las cosas como son en el presente. Es mostrarse
receptivo y abierto a lo que sienta, piense y vea, y aceptarlo porque está ahí
y en ese momento.
Ceder/Dejar ir:
Ceder
significa no apegarse, es dejar de lado la tendencia a elevar determinados
aspectos de la experiencia y a rechazar otros, en la práctica del Mindfulness,
se deja de lado la tendencia a elevar determinados aspectos de la experiencia y
a rechazar otros. Lo único que se debe hacer es dejar la experiencia tal y como
es.
INTEGRANDO MINDFULNESS EN EL
CONCEPTO DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
La
IE a través del mindfulness está muy relacionada con la tercera generación de
terapias cognitivo-conductuales que subrayan la importancia de mejorar la
relación con nuestra experiencia interna, más que tratar de eliminar o
modificar dicha experiencia; sus principios podrían dirigirse a la población
general y no limitarse a la población clínica.
Para
Vallejo (2007), uno de los aspectos positivos de este tipo de terapias es
subrayar la importancia de la inadecuación del esfuerzo por eliminar emociones
negativas como ansiedad, infelicidad, dolor... pues este tipo de emociones
tienen un valor adaptativo y proporcionan información válida sobre la necesidad
de retomar nuestro comportamiento según nuestras necesidades y valores.
Este
planteamiento es compartido por el Modelo de IE que subraya el valor adaptativo
de las emociones tanto negativas como positivas. De modo que no podemos
clasificar las emociones como buenas o malas sino que más bien debemos
comprender el valor adaptativo de las mismas.
El
modelo de IE propuesto por Mayer y Salovey (1997) podría beneficiarse de la
inclusión de la conciencia plena como un elemento imprescindible para hacer
énfasis en una forma de percibir las emociones que realmente irá acompañada de
una mayor clarificación y reparación de los estados emocionales.
Para
Bishop, Lau, Shapiro, Carlson, Anderson, Carmody (2004), la Conciencia Plena
puede ser una pieza clave para distinguir entre aquellas personas que prestando
atención a sus estados emocionales logran ganar una mayor claridad sobre los
mismos y finalmente, logran integrarlos e incluso ser capaces de dar una
respuesta diferente. De aquellos otros individuos, que tras prestar atención a
sus estado emocionales quedan atrapados en los mismos y se sienten incapaces de
clarificar y reparar sus emociones. Resulta para ello fundamental resaltar los
dos componentes fundamentales del Mindfulness; por un lado mantener la atención
en la experiencia presente y al mismo tiempo mantener una actitud de curiosidad
y aceptación. Por otra parte, Mindfulness guarda una relación fundamental con
la regulación y comprensión de estados emocionales.
Para
Simon (2007), la regulación emocional está relacionada con procesos biológicos,
sociales y conductuales así como con procesos cognitivos inconscientes que
incluirían atención selectiva, distorsión de la memoria, negación. Por otro
lado estaría relacionada con procesos cognitivos conscientes que incluirían
culparse a uno mismo, culpar a otros, experimentar intrusiones sobre el
acontecimiento vivido, mostrar una actitud muy negativa ante la situación
vivida.
Linehan
(1993), subraya que una correcta regulación de las emociones implica no
suprimir la experiencia emocional y al mismo tiempo no tratar de mantener o
amplificar dicha experiencia.
Para Gross (1998), la dificultad para regular emociones encuentra su máximo exponente entre aquellos que tratan de evitar afrontar sus estados emocionales así como entre los que quedan atrapados por sus emociones y la experimentan de forma recurrente.
Hayes,
A. y Feldman, G. (2004), plantean que el trabajo en Mindfulness por un lado,
implica una aproximación
a la experiencia con curiosidad y aceptación (lo que resulta opuesto a la
evitación), pero
al mismo tiempo supondría una forma de regular la atención hacia la experiencia
inmediata, cuando
la mente se encuentre divagando de forma recurrente sobre ciertos contenidos
(opuesto a
la intrusión).
Tomado
de Revista FACULTAD DE TRABAJO SOCIAL • Vol 24, No. 24 / P. 135 – 146 Medellín
- Colombia. ene-dic 2008 • ISSN 0121 – 1722
Autores:
Natalia Sylvia Ramos D. & Sandra Milena Hernández O
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